martes, 14 de julio de 2009

OVNIS: El Caso Manises



EL CASO MANISES
Lugar: Entre Palma de Mallorca y Valencia
Fecha: 11 de noviembre de 1979
Resumen: La cercanía de un ovni a un avión comercial obligó a su comandante a desviarse de su ruta y efectuar un aterrizaje de emergencia. Más de cincuenta personas, desde tierra, observaron también las evoluciones del misterioso objeto y, más tarde, un caza del ejército trató inútilmente de abatir al intruso.
Autoridades implicadas: Ejército del Aire, EVA 5, Aeropuerto de Manises, Aeropuerto de El Prat

AEROPUERTO DE SANT JOAN
11 de noviembre de 1979
Despues de efectuar su escala en Palma de Mallorca, el Super Caravelle de la compañía TAE (Trabajos Aéreos y Enlaces) procedente de Salzburgo y con destino a Tenerife, inició su despegue. Los 109 pasajeros que viajaban a bordo dificilmente podían imaginar que, dentro de unos instantes, iban a ser protagonistas de un incidente que pondría en jaque a la defensa nacional española.
A los mandos del avión se encontraba el comandante Javier Lerdo de Tejada, con catorce años de experiencia y más de 8.000 horas de vuelo. En la cabina viajaban también Ramón Zuazu, como segundo piloto y Francisco Javier Rodríguez, como mecánico del avión. Obedeciendo el plan de vuelo Lerdo de Tejada se situó a 23.000 pies de altura para, a continuación, tomar contacto con la torre de control de Barcelona quien les acompañaría hasta las inmediaciones de Alicante. El cielo estaba completamente despejado, con buena visibilidad y sin apenas viento. Fue poco después de comunicar con Barcelona cuando percibieron una extraña comunicación en el canal de emergencia; Pero aquella señal no identificada parecía proceder de alguien que desconocía el morse. Su origen se estimaba en algún lugar situado a 40 millas al noroeste de Valencia, justo en la trayectoria del vuelo del TAE. El comandante apagó las luces del habitáculo para prestar mayor atención al exterior y, entonces, el mecánico del avión pudo divisar dos extrañas luces rojas a la izquierda del avión . Miró su reloj: eran las once y ocho minutos. Aquellas potentes luces parecían haber salido de la nada y se dirigían con celeridad hacia el avión. La tripulación del TAE estaba a punto de vivir los minutos más tensos de sus vidas. -Barcelona, JK297 -JK297, dígame. -¿Puede confirmarnos si tenemos algún tráfico próximo a nosotros, a nuestra izquierda, aproximadamente a cuatro o cinco millas? La cabina quedó en silencio por unos segundos, sólo se escuchaba el zumbido de los reactores… -297, negativo. No hay tráfico notificado.- informó, al fin, control Barcelona. Lerdo de Tejada entendió entonces que se encontraba frente a un OVNI. En los días posteriores los tripulantes del TAE sabrían, por la prensa, que diversas personas fueron testigos del acontecimiento desde tierra. En Fornalutx, una aldea cercana a Sóller, el contactado mallorquín Pep Climent pudo fotografiar, incluso, el impresionante objeto. De hecho Climent había decidido hacer caso a la intuición de otro célebre contactado, Juan Coll quien aquella tarde estaba inquieto porque sentía una presencia OVNI. "Pude ver como una gran luz salía por detrás de las montañas y se dividía en varios fragmentos", explicó más tarde.

RIESGO DE COLISION
El OVNI seguía aproximándose y Lerdo de Tejada decidió, entonces, comprobar si aquello que les perseguía era inteligente. Ascendió a 28000 pies para dejar atrás aquellas luces pero, inexplicablemente el objeto aceleró mucho más rápido que el avión y se situó a menos de media milla, a unos 700 metros. El objeto tendría unos 200 metros de diámetro y viajaba a una velocidad desconcertante. Durante ocho minutos subió y bajó de altitud como jugando con el Super Caravelle. El pasaje, a pesar de todo, permanecía ajeno al acontecimiento. Sólo dos mujeres, situadas en el lado izquierdo del avión notaron la presencia de las luces sin darles mucha importancia. Esta tranquilidad contrastaba con la tensión de la cabina. Las imprevisibles maniobras de aquellas luces ponían a prueba los nervios de la tripulación y, además, hacían peligrar la integridad del vuelo así que Lerdo de Tejada puso rumbo a Valencia. En Barcelona pronto se dio la voz de alarma. Por primera vez en la historia de la aviación española un OVNI obligaba a desviar la ruta de un avión comercial.

INTERVIENE LA DEFENSA AÉREA
Mientras en el Centro de Operaciones de Sector, donde se sitúa el radar de Pegaso, en Torrejón de Ardoz, Madrid, el operador del radar no salía de su asombro. Pese a localizar sin dificultad la traza del avión la pantalla del radar no reflejaba rastro alguno del misterioso objeto. El oficial de aviación, que contemplaba aquella escena ordenó entonces un nuevo chequeo del espacio aéreo y, en contacto con el Escuadrón de vigilancia Aérea de Benidorm, conocido con las siglas EVA 5, logró distinguir hasta cinco objetos volando entre los nueve mil y los once mil metros. Ahora no había duda, el TAE estaba siendo perseguido por varios OVNIS. El director accidental del Aeropuerto de Manises, Miguel Morlán, pudo observar también el misterioso objeto luminoso, situado a 30 grados sobre el horizonte al sur-Este del aeropuerto. Poco después de que el TAE tomara tierra tres luces que no eran detectadas por el radar se aproximaron a las instalaciones. Cerca de cuarenta personas pudieron verlas sin ayuda de instrumento alguno. Debían de ser tan potentes como las luces anticolisión de un avión. Así lo interpretaron los ingenieros de pista quienes, pensando que se trataba de un avión, procedieron al encendido de las luces de la misma. Finalmente, a las dos de la madrugada el capitán Fernando Cámara despegaría a bordo de un caza Mirage F-1 del ejército para interceptar el objeto. El avión, en pocos minutos, localizó sobre la vertical de Valencia una luz extraña pero, a pesar de que viajaba a 1000 kilómetros por hora, no consiguió disminuir la distancia con aquel objeto. La luz cambiaba de color y estaba situada a la izquierda de la Luna que ahora se encontraba majestuosa en la bóveda celeste. Al llegar a Valencia, Cámara solicitó incrementar su velocidad a 1.4 de Mach, es decir, a velocidad supersónica. Era la única forma de disminuir la distancia entre aquellas misteriosas luces y el moderno caza de combate. Fue entonces, al aproximarse, cuando distinguió una forma como de un tronco de cono del que emanaba la luz. El capitán notó, también, unas extrañas interferencias. Se parecían a la que días antes había detectado al sobrevolar los buques de la sexta flota norteamericana en unas maniobras en el Mediterráneo. Tampoco aquel objeto daba señal de infrarrojos, es decir, no emitía ninguna fuente de calor. Debía de propulsarse por alguna energía desconocida. Después de una hora y media de persecución estéril y a riesgo de no tener suficiente combustible Cámara puso rumbo a la base. La aventura había terminado. Once meses más tarde el diputado socialista Enrique Múgica formularía en el congreso de los diputados tres preguntas al gobierno que supondrían una investigación oficial. Era la primera vez que el gobierno reconocía la existencia del fenómeno OVNI aunque dieciocho años después, estas preguntas sigan todavía sin responder. La investigación del juez informador supuso requisar a punta de metralleta los negativos fotográficos de los testigos mallorquines además de interrogatorios a los pilotos civiles y militares y comprobaciones meteorológicas así como la invervención de aviones americanos. Ninguna de ellas dio frutos y, hasta hoy, se ignora quien violó nuestro espacio aéreo obligando a aterrizar un avión de pasajeros.

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